Autor: Alfredo Enrione – Director del Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad
La tradición del autoengaño
Cada 31 de diciembre la humanidad repite el mismo ritual: entre copas de champagne y uvas pasadas, prometemos que este año SÍ bajaremos esos kilos extra, nos inscribiremos al gimnasio (y asistiremos), dejaremos de fumar, y aprenderemos ese idioma que llevamos postergando desde 2009.
Para febrero, el gimnasio ya es un cargo automático que no usamos, los kilos siguen ahí, y ese curso de italiano sigue en la lista de “algún día”.
Los directorios no somos diferentes. Como si la fecha tuviera algún poder mágico, cada inicio de año nos convencemos de que AHORA SÍ seremos el directorio que siempre quisimos ser.
Las promesas corporativas
Como cada 1 de enero, los directorios alrededor del mundo haremos nuestras solemnes resoluciones:
“Este año SÍ leeremos todos los reportes” (Con el mismo convencimiento que prometemos ir al gimnasio tres veces por semana)
“Haremos evaluaciones con consecuencias reales” (Como quien jura que esta vez sí dejará de fumar)
“Reduciremos el número de comités” (Con la misma determinación que prometemos hacer dieta)
“Dedicaremos más tiempo a la estrategia” (Como el curso de idiomas que nunca empezamos)
La realidad que nos persigue
Lo que prometemos
- Leer meticulosamente cada informe
- Hacer evaluaciones con impacto real
- Racionalizar comités y reuniones
- Enfocarnos en lo estratégico
- Mejorar la calidad del debate
Lo que realmente pasa
- Los reportes se acumulan sin leer
- Las evaluaciones son un ritual sin consecuencias
- Creamos tres comités nuevos
- Lo urgente devora lo importante
- El consenso vence al debate
Lo que realmente necesitamos
No más promesas grandilocuentes. En su lugar, compromisos pequeños pero realizables:
Para las sesiones
- Una hora de debate estratégico en cada sesión
- Reportes ejecutivos realmente ejecutivos
- Agenda con tiempo protegido para lo importante
Para los comités
- Fusionar los redundantes
- Eliminar los que no agregan valor
- Evitar crear nuevos sin propósito claro
Para el debate
- Cultivar el disenso constructivo
- Hacer menos preguntas, pero mejores
- Admitir lo que no sabemos
Una propuesta modesta
En lugar de grandes resoluciones, comprometámonos a pequeños cambios:
- Una página menos en cada reporte
- Cinco minutos más de debate real
- Una pregunta incómoda por sesión
- Un comité menos este año
El verdadero cambio
Como con el gimnasio y la dieta, la transformación real no viene de promesas grandiosas cada 1 de enero, sino de pequeños hábitos constantes que construyen un mejor gobierno corporativo día a día.
La única resolución que vale la pena es ser un poco mejores cada día. Lo demás es champagne y uvas pasadas.