Autor: Alfredo Enrione – Director del Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad
Cómo la obsolescencia programada afecta a los directorios en un mundo de cambio constante
Es un martes agitado y el directorio de una empresa de consumo masivo se reúne para discutir la nueva estrategia digital. El CEO expone un panorama de tecnologías emergentes, cambios repentinos en regulaciones y la inestabilidad política de mercados clave. De pronto, un director pide la palabra y, con tono seguro, propone una iniciativa que se implementó hace una década… en un contexto tecnológico y de mercado que nada tiene que ver con el actual. Silencio incómodo. Alguien murmura: “¿Acaso no se enteró de que eso ya no funciona?”.
En ese momento, todos se dan cuenta: este director opera con “software” desactualizado, como si siguiera anclado en un sistema operativo antiguo e incompatible con las nuevas exigencias.
LA REALIDAD ACTUAL
La velocidad de cambio del entorno corporativo y social supera cualquier precedente. Tecnología, regulación, política, expectativas de los consumidores y modelos de negocio evolucionan con tanta rapidez que muchos directores siguen “corriendo” con versiones viejas de su propio “software”:
- Visión de riesgo basada en realidades pasadas
- Conocimiento limitado de nuevas tecnologías (IA, blockchain, etc.)
- Modelos mentales anclados a mercados estables
- Escasa comprensión de la economía de plataformas
- Falta de herramientas para interpretar los cambios culturales y generacionales
Para muchos directores, la actualización se limita la prensa o resúmenes apresurados de los best sellers de negocio. Sin embargo, en un mundo corporativo donde cada decisión puede verse afectada por las disrupciones más impredecibles, esa “actualización superficial” queda rápidamente obsoleta.
LAS CONSECUENCIAS
Los “directores software” desactualizados generan efectos que trascienden la sala de reuniones:
- Decisiones tardías: Cuando el directorio está siempre “un paso atrás” de la tendencia, la empresa llega tarde a oportunidades cruciales.
- Estrategias irrelevantes: Planes que funcionan como “parches”, sin profundidad real, terminan quedando anticuados antes de su implementación.
- Riesgos ignorados: Amenazas emergentes (ciberseguridad, cambio regulatorio, boicots de consumidores) pasan desapercibidas hasta que es demasiado tarde.
- Desconexión con la realidad: Los colaboradores y ejecutivos perciben que el directorio opera en “modo legado”, y esto erosiona la credibilidad interna y externa.
Al final, una estrategia basada en paradigmas caducos equivale a tratar de manejar un auto de Fórmula 1 con el manual de un viejo sedán.
LA PARADOJA
Paradójicamente, muchos directores reconocen la importancia de mantenerse al día, pero siguen postergando su propia “actualización” con argumentos como:
- “Ya he visto todas las crisis posibles, la experiencia es suficiente.”
- “Para eso contratamos asesores, ¿no?”
- “Prefiero no distraerme con modas pasajeras.”
La realidad es que esta combinación de autoconfianza y subestimación de la complejidad actual crea un punto ciego: creen que están mejor preparados de lo que realmente están. Un “software” sin parches de seguridad no solo se vuelve vulnerable, sino que pone en riesgo todo el sistema.
EL NUEVO ESTÁNDAR
Los directores que entienden el cambio como constante adoptan un modelo de “actualización continua”:
- Aprendizaje permanente: Participar en cursos, seminarios y certificaciones para profundizar en nuevas tendencias tecnológicas y de mercado.
- Escucha activa: Interactuar con líderes jóvenes y equipos especializados para entender las dinámicas emergentes y anticipar riesgos.
- Visión global: Reconocer que la geopolítica, las normas ambientales y la innovación pueden cambiar radicalmente las reglas del juego de la noche a la mañana.
- Flexibilidad mental: Desafiar las fórmulas del pasado y estar dispuestos a desechar prácticas exitosas que han perdido relevancia.
Este nuevo estándar no se trata solo de “consumir información”, sino de interpretarla y aplicarla con criterio, manteniendo un equilibrio entre la experiencia adquirida y la apertura a lo desconocido.
LLAMADO A LA ACCIÓN
Para pasar de la teoría a la práctica, propongo:
- Autoevaluación semestral: Crear un “índice de actualización” personal, midiendo horas de formación y calidad de las fuentes consultadas.
- Laboratorio de Tendencias: Dedicar parte de la reunión de directorio a explorar tecnologías y modelos de negocio disruptivos con expertos invitados.
- Rotación de perspectivas: Incluir en el directorio a perfiles no tradicionales que traigan miradas frescas (emprendedores tecnológicos, académicos, expertos en sostenibilidad).
- Mentoría inversa: Asignar a cada director un mentor interno junior o externo, para entender cómo piensan y viven las generaciones más jóvenes.
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN
- ¿Hace cuánto no incorporas una nueva competencia o herramienta a tu repertorio de conocimientos?
- ¿Cuánto de tu tiempo en el directorio dedicas a profundizar en temas emergentes en lugar de repasar situaciones tradicionales?
- ¿Estás dispuesto a desaprender creencias arraigadas en favor de enfoques más actuales?
- ¿Cómo reaccionarías ante un asesor o colega que te señale que operas con “software obsoleto”?
La actualización de un director no es un lujo ni un capricho: es una condición de supervivencia en el entorno corporativo actual. Así como el software requiere parches y nuevas versiones para seguir funcionando sin fallas, los directores necesitan renovar sus conocimientos y su forma de pensar para guiar con éxito a las organizaciones.
¿Estás listo para descargar tu próxima actualización?
Referencias
- Harvard Business Review (2022). The Board’s Role in Strategy and Risk Management in a Disruptive World.
- Deloitte (2021). Tech Trends for Corporate Boards: Adapting or Lagging Behind.
- McKinsey & Company (2023). Board Renewal: Meeting the Challenges of the Digital Era.
- NACD (2022). Bridging the Knowledge Gap: How Boards Can Stay Relevant in Rapidly Evolving Industries.