Autor: Alfredo Enrione – Director del Centro de Gobierno Corporativo y Sociedad
La escena se repite: Al inicio de cada sesión, el directorio revisa rápidamente la lista de pendientes. Como un ritual bien ensayado, se actualizan fechas, se ofrecen explicaciones corteses, y la lista crece silenciosamente mes tras mes.
Bienvenidos al cementerio de las buenas intenciones corporativas.
La ilusión del seguimiento
Como una lista de propósitos de año nuevo, los pendientes del directorio suelen tener una vida efímera:
- Se registran con entusiasmo
- Se postergan con elegancia
- Se olvidan con discreción
- Se reemplazan por nuevos pendientes Y el ciclo continúa.
El costo real
Este ritual aparentemente inofensivo tiene consecuencias graves:
- Decisiones importantes que nunca se implementan
- Momentum estratégico perdido
- Credibilidad del directorio erosionada
- Oportunidades desperdiciadas
- Riesgos no gestionados
La anatomía del fracaso
Los pendientes mueren por razones predecibles:
- Asignación difusa
- “El equipo verá esto”
- “La gerencia evaluará”
- “Se estudiará el tema” Traducción: Nadie es realmente responsable
- Plazos elásticos
- “Durante el próximo trimestre”
- “En los próximos meses”
- “Cuando las condiciones mejoren” Traducción: Nunca
- Seguimiento débil
- Sin hitos intermedios
- Sin reportes de avance
- Sin consecuencias por incumplimiento
Del cementerio al vivero
Para que los pendientes se conviertan en logros:
- Asignación clara
- Responsable específico
- Recursos definidos
- Autoridad alineada con responsabilidad
- Plazos concretos
- Fechas precisas
- Hitos intermedios medibles
- Expectativas explícitas
- Seguimiento efectivo
- Proceso formal de monitoreo
- Reportes de avance estructurados
- Accountability real
Para reflexionar honestamente:
- ¿Cuántos pendientes críticos siguen pendientes?
- ¿Por qué aceptamos explicaciones que no aceptaríamos de nuestros ejecutivos?
- ¿Estamos construyendo credibilidad o socavándola?
- ¿Nuestro sistema de seguimiento crea valor o solo ilusión de control?